Las colecciones biológicas colombianas
Las colecciones biológicas, bibliotecas de vida, cumplen un papel fundamental para la conservación del patrimonio biológico de nuestro país. Durante más de 200 años, han promovido el conocimiento de las especies que habitan en nuestro territorio y han dado a conocer las formas en las que podemos emplear nuestra biodiversidad de una manera sostenible mediante el apoyo a investigaciones científicas.
El primer inventario de la biodiversidad de Colombia se remonta a 1783, año en el que comenzó la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, impulsada por José Celestino Mutis. Durante la Expedición, que duró treinta años, se recogieron alrededor de 20.000 muestras vegetales y 7.000 animales, y se comenzaron investigaciones sobre las propiedades médicas y alimenticias de muchas de ellas.
La primera colección biológica colombiana, el Museo de la Salle, fue creada en 1904, y desde entonces estos repositorios de vida han servido como testigos de las especies de nuestro territorio. Actualmente, en Colombia existen 214 colecciones legalizadas y actualizadas ante el Registro Único Nacional de Colecciones (RNC), que custodian más de 60 millones de especímenes de todos los grupos biológicos de nuestra biodiversidad.
¿Para qué un catálogo de colecciones?
¿Qué es una colección biológica?
Las colecciones biológicas, Patrimonio Estratégico de la Nación, son conjuntos de ejemplares de la biodiversidad preservados en condiciones especiales para asegurar su duración en el tiempo. Deben estar debidamente catalogados y organizados taxonómicamente según protocolos específicos.
Asimismo, para ser útiles en investigaciones científicas y apoyar la toma de decisiones, los especímenes deben contar con una información mínima asociada: datos taxonómicos detallados, la localidad y la fecha en la que fueron colectados y el nombre de la persona que hizo la recolección, entre otros.
Beneficios de las colecciones
Además de su importancia científica, las colecciones biológicas son fundamentales para muchas esferas de nuestra cotidianidad, y su uso en ámbitos académicos, políticos y culturales se traduce en bienestar para todos los ciudadanos.
Por un lado, los especímenes de estas bibliotecas de vida son testigos de la historia de nuestro territorio, y en muchos casos constituyen las únicas pruebas de la existencia de algunas especies o ecosistemas en lugares y tiempos determinados.
Por otro lado, las conclusiones que se desprenden del estudio de nuestra biodiversidad pueden ayudar en aspectos muy cotidianos, como la prevención y el control de plagas en la agricultura, el rastreo de enfermedades peligrosas para el ser humano, la elaboración de medicamentos, la identificación de materiales y técnicas de construcción y el establecimiento de dietas sostenibles, entre muchos otros.
Las colecciones biológicas también pueden ser muy provechosas para las ciencias sociales, ya que mediante estudios ecológicos se pueden determinar las diferentes relaciones de comunidades con la biodiversidad que las rodea y plantear interacciones más sostenibles.
Clases de colecciones
En términos generales, las colecciones se dividen en tres clases, según los grupos biológicos con los que trabajan. Sin embargo, también hay otro tipo de acervos, como los museos de historia natural, que custodian ejemplares de diversos grupos.
Herbarios
Custodian los especímenes vegetales de la biodiversidad. En general, los ejemplares se conservan en seco, prensados y montados sobre una cartulina libre de ácido, con el fin de evitar su deterioro. Además, suelen conservar semillas, frutos y maderas asociadas a los ejemplares.
Zoológicas
Se encargan de custodiar los especímenes de la fauna, tanto vertebrados como invertebrados. Algunas se especializan en algún grupo zoológico en particular (peces, aves, mamíferos, insectos, etc.). El método de conservación y el montaje depende de la colección y sus protocolos.
Microorganismos
Custodian los organismos que sólo podemos ver a través de un microscopio, como virus, bacterias, protozoos y otros. Estos ejemplares se conservan vivos, y resultan muy importantes en investigaciones relacionadas con la biotecnología y la biomédica. Debido al riesgo que implica resguardar este tipo de biodiversidad, las condiciones de almacenamiento y manejo deben seguir protocolos muy estrictos.